jueves, 14 de agosto de 2008

Richard Stallman, el némesis de Bill Gates

R. Stallman es sin duda un personaje de lo más peculiar, sobretodo cuando se hace llamar Saint IGNUcius en algunas de sus conferencias. Y vosotros os preguntaréis, ¿que ha hecho este hombre para que ahora éste le dedique una entrada en su blog? Pues muy fácil, este señor es el principal ideólogo y creador del proyecto GNU (GNU is Not Unix), y consecuentemente de la licencia GPL (General Public License) y la FSF (Free Software Foundation).

Bueno, ¿y para qué sirve todo esto? Básicamente para permitir a los desarrolladores de software compartir, modificar y utilizar todo tipo de programas con licencia GPL de tal manera que no tengan que depender de programas privativos muy rígidos a la hora de ser modificados y muy limitados a la hora de ser usados por los usuarios debido a las licencias de uso comercial (claves, registro por Internet ...). De todo esto pudieron nacer programas GPL tan conocidos como Firefox y GIMP, y los sistemas operativos basados en GNU/Linux tales como Ubuntu, Fedora y Suse.

Podéis encontrar más información en la Wikipedia sobre cualquiera de las palabras extrañas que he puesto más arriba. Sólo para acabar os pondré algunos de sus videos más llamativos.

Free Software Song



Richard Stallman (como St IGNUcius) : Emacs vs Vi (son dos editores de texto por linea de comandos usados para programar)



Richard Stallman a "La NIt al Dia" 1



Richard Stallman a "La NIt al Dia" 2



Stallman pwned Oasi (revista de mi facultat)



¡¡¡ ESO SERIA FALSOU!!!

miércoles, 13 de agosto de 2008

Síndrome de Diógenes

Ayer al mediodía fui a desmontar un armario de contrachapado bastante cochambroso al piso de mi hermana. Ella vive con su marido y mis dos sobrinos en un piso de 60 metros cuadrados, así que ya os podéis imaginar lo apretados que están, debo añadir que no ayuda el hecho de que allá por donde pases todo esté plagado de juguetes. Bueno, la cuestión es que fui a desmontar ese armario para llevarlo a casa de mis padres, donde yo aún vivo, porque mi madre tiene la obsesiva necesidad de acumular muebles antiguos, o que requieren de un buen rociado de mata-carcoma, y al estar ella y mi padre de viaje yo soy el encargado de satisfacer esos deseos.

Continuando con lo acontecido esa tarde en el piso de mi hermana, debo decir que ella y mi cuñado fueron muy amables al invitarme a comer. Y esto es prácticamente lo único bueno que se puede extraer del cumplimiento de los designios compulsivos de mi madre, la convivencia y coordinación con tus familiares para llevarlos a a cabo. Una coordinación no demasiado buena, por cierto, ya que debido a mi invitación para comer y a la vigilancia de sus hijos, mi atareada hermana se hizo un corte profundo en la pierna al topar con la puerta del horno, cinco puntos de sutura. Debido a eso, mi cuñado tuvo que llevarla al ambulatorio y posponer su hora de siesta para compensar la vigilia de la noche anterior y el turno intensivo de mañana en su trabajo. Una vez remendada la pierna de mi hermana, mientras mi cuñado dormía, fuimos a visitar a nuestra abuela, que vive por las cercanías, y entre pitos y flautas tocaron las seis de la tarde.

Ya de vuelta al piso, nos encontramos a mi cuñado vaciando el armario, algo enfadado con mi hermana puesto que él pensaba que ella ya lo había vaciado la tarde anterior, y como el piso tiene un espacio limitado y todo lo que se vaciaba del armario obstaculizaba más aún la circulación por éste, la tarea se alargó hasta las siete y media. Total, que me quedé a cenar y acabamos descargando el armario ya desmontado en casa de mis padres a las diez y media de la noche. Lo más gracioso es que mi hermana se ha quedado con un armario menos donde guardar todas las cosas que tiene desparramadas por su piso y mi madre tiene más armarios que objetos para guardar en ellos.

martes, 29 de julio de 2008

Gofres, creppes y nata montada

Era una calurosa y anodina tarde de verano en la cafetería donde nuestro héroe se tomaba su ya habitual creppe de chocolate con nata y rodajas de plátano, acompañado de un refrescante zumo de piña, cuando ella apareció. Nuestro héroe no podía dejar de mirar aquella chica pelirroja, de ojos marrón claro como la miel y de piel blanca como el azúcar glas, sí, igual que el azúcar que le manchaba la comisura de los labios cuando ella le devolvió la mirada sólo de pasada, estaba claro que ella no se había fijado en él o no le había prestado el más mínimo interés; por más nata que tuviera en la punta de la nariz, dudaba de que aquella belleza sobrenatural se percatara de su existencia. Ella se dirigió tranquilamente hasta una mesa situada a dos de distancia de la suya y se sentó suavemente sobre una silla, entonces el camarero se acercó y preguntó a la muchacha que quería tomar, ella parecía tener clara su elección: un gofre de chocolate con fresas y nata montada junto a un zumo de melocotón. Ésto hizo fantasear a la imaginación de nuestro héroe con una escena más que conocida de la película “Nueve semanas y media”, le gustaba la idea de que ellos dos pudieran compartir gustos similares a la hora de la merienda.

La cafetería era un lugar bastante idóneo para ir en pareja, acogedor y tranquilo. El interior del local no era visible del todo desde el exterior, sino que se adentraba en el edificio hasta dar a un pequeño patio interior donde se guardaban las botellas de cristal vacías y mesas y sillas de terraza que nunca se utilizaban. Las paredes estaban forradas de un papel amarillo a rayas verticales en su mitad superior y uno rojo pasión en la inferior, con un zócalo de madera de pino teñida con un barniz oscuro haciendo de frontera entre los papeles. Pasada la entrada se encontraba una barra de madera laqueada de rojo y un mármol de imitación cálido al tacto sobre el cual el dueño había dispuesto ya unos platillos para las tazas de café, con sus dos sobres de azúcar y su cucharilla, ocupando gran parte de la barra. Las mesas y las sillas eran de hierro pintado de negro, sobre las mesas, que eran redondas, se extendía una lámina blanca de melamina y las sillas tenían un respaldo compuesto de una rejilla de alambre también negro y un pequeño cojín rojo oscuro en su asiento. El suelo estaba compuesto de baldosas de terriza marrón cuyas juntas estaban bien acabadas con una pintura blanca. Finalmente, la decoración mostraba cuadros en las paredes y algunos estantes con figurillas de porcelana, latas antiguas de conservas, algún florero con jazmines blancos y campanillas rojas, todas ellas de plástico y poca cosa más. Ese día no había demasiada gente, sólo habían cuatro mesas ocupadas y un par de clientes en la barra.

Nuestro héroe se sentía incómodo ante la pelirroja, ya no podía comerse su creppe tranquilamente como llevaba haciendo todo el verano. Ella era deslumbrante, una ensoñación, etérea e inalcanzable, desposeía a nuestro amigo de la razón, le hacía desviar su mirada hacia sus pecas esparcidas por sus mejillas, sus cejas perfiladas que daban paso a sus ojos de panal de abeja custodiados por unas largas pestañas que abanicaban el aire suavemente, conformando una mirada atrevida que atrapaba el alma de los hombres y los hacía esclavos de sus deseos. Sus labios sonrosados y delgados escondían una sonrisa cristalina y encantadora capaz de provocar cruentas guerras entre monarcas para disputarse su amor. Su cuello delgado evocaba los besos más tiernos que un hombre pudiese imaginar, bajando hacia sus pechos, no muy grandes pero tersos y respingones dando cuenta de su juventud. Sus delgados hombros, sus delicados brazos, sus manos, todo ello daba a entender que su piel era suave y aterciopelada. Su vientre y sus caderas dibujaban curvas de locura que daban paso a unas largas y esbeltas piernas que conducían a sus pies, con los dedos pequeñitos, una cierta rojez en las plantas, unos puentes pronunciados, unos tobillos delicados, en definitiva, unos pies que pedían, no..., exigían besar el suelo por donde pasaban.

Nuestro héroe sentía el corazón a mil latidos por minuto, el pecho le ardía, el vientre le cosquilleaba, no soportaba más esa sensación, y menos cuando ella se recostó encima de la mesa, sacó su pie derecho de su chancla, lo elevó y lo situó debajo de su muslo izquierdo. Ahora la espalda de la muchacha era un tobogán de fantasía mientras ella leía, seguramente por curiosidad, el resto de la carta de repostería del local y se mecía su largo cabello ondulado rozando su oreja izquierda con los dedos. Cualquier hombre hubiera sucumbido ya cien veces ante esa visión, y Nuestro héroe no fue menos, se sentía desahuciado y al borde de la locura, le empezaron a temblar las piernas como si fuera a levantarse de la silla de un salto, quería hablar con la chica y hacerla suya.

Al fin se levantó valiente y decidido, como el aventurero que va en busca de la gloria y la fortuna, se plantó justo al lado de la chica, ésta alzó la mirada clavándola a la suya con gesto indiferente. Era un momento crucial, ahora él debía decir algo interesante pero que resultase natural, algo con lo que romper el hielo, pero en vez de eso se maldijo por no haber pensado lo que iba a decir antes de plantarse allí de pié. Transcurridos cinco segundos de angustioso silencio, nuestro héroe giró noventa grados y emprendió rumbo al lavabo, una vez dentro cerró la puerta, echó el pestillo, se miró al espejo y sintió un estremecimiento por la espina dorsal al ver el azúcar glas alrededor de su boca y aquel pegote de nata en su nariz. ¿Cómo era posible? ¿Parecía un payaso? ¿Por qué no se había limpiado la cara antes? Ahora la ventanilla del lavabo parecía la escapatoria más lógica de esta situación. Sin embargo se convenció de que debía mantener la compostura, volver a sentarse en su sitio, acabarse el creppe, pagar la cuenta e irse como un hombre, con la cabeza alta por haber intentado entablar conversación con aquella chica.

La puerta del lavabo se abrió, de ella surgió nuestro héroe aparentando normalidad, se encaminó hacia su mesa, se sentó y continuó comiendo su creppe. Se sorprendió al no oír risas ni comentarios sobre lo ocurrido, eso lo tranquilizó ya que significaba que no había llamado la atención de todos los allí presentes, lo que no lo tranquilizó fue la frialdad de la chica, que ahora ya se estaba comiendo su gofre de chocolate, fresas y nata montada. Él dio un sorbo a su zumo, volvió la vista a su plato, cogió el último trozo de creppe con el tenedor y se lo metió en la boca saboreándolo lo mejor que pudo. Seguidamente volvió a alzar la vista y se topó con la penetrante mirada de la pelirroja, solo que esta vez era ella la que tenía un pegote de nata en la nariz y un churrete de chocolate en la barbilla. Entonces nuestro héroe pensó que ella trataba de ser amable por lo del altercado anterior, y él, siguiendo la broma, se dispuso a hacerle una señal con el dedo índice apuntando a su propia barbilla para hacerle entender a la joven que tenía chocolate por esa zona. Ella vio el gesto y se empezó a reír, enseñando sus dientes manchados de chocolate, y enseguida él se dio cuenta de que seguía teniendo el azúcar glas en su boca y el pegote de nata en su nariz, por lo que los dos acabaron riendo ante la perplejidad de todos los demás.

sábado, 15 de marzo de 2008

Especificación de Objeto: Botijo Fuera de Rango



Bienvenidos a mi blog, el Botijo Fuera de Rango. Hoy es un gran día para mi, ya que es la primera vez que escribiré en mi propio blog, expresaré mis inquietudes y os contaré historias de lo más

geeks. Espero no aburriros demasiado con mis desvaríos y que no os veáis en la necesidad de lanzar el router por la ventana o de acabar con vuestra vida gracias al cable de un teclado.

(viñeta extraída del número 33 de la revista l'Oasi de la Facultat de Informática de Barcelona, todos los derechos reservados)

Las principales características de esta página serán sus artículos relacionados con el mundo de la informática (algún tutorial, descripciones sobre hardware, mundo linux, lenguajes de programación...), una serie de relatos basados en vivencias del autor (yo mismo) y otros posts no relacionados con la informática, para no recalentar vuestras mentes.

Acabada la presentación os dejo con el blog; ya podéis añadir esta página a marcadores (Firefox) o a favoritos (Explorer), incluso me podéis recomendar a vuestros amigos.